sábado, 20 de octubre de 2018

El temor fabricado expresado en xenofobia y racismo


El temor fabricado expresado en xenofobia y racismo
Oscar Yescas Domínguez

       En un mundo donde prevalece la insatisfacción social, el analfabetismo político y la falta de compromiso social, la llegada de miles de extranjeros que irrumpen por nuestras fronteras por medio de la fuerza y de manera ilegal, se percibe como una amenaza a nuestra integridad y soberanía, como una provocación que lo que menos merece es un rechazo rotundo a su presencia en suelo nacional.
       No importa de dónde vienen, quiénes son, porqué están aquí, porque la sola presencia de extranjeros indeseables en nuestro suelo inspira temor.
       No importa que sean civiles, que vengan desarmados, que dentro de esta multitud se encuentren niños indefensos, mujeres, adultos mayores.
       No importa el por qué están aquí, mucho menos de donde vienen, no interesa saber por qué vienen huyendo de su país, la palabra solidaridad pierde sentido ante el surgimiento e incremento del temor y del miedo.
       Ese miedo que se convierte en causa común para que ciudadanos mexicanos se unan para exigir la salida de estos impertinentes y groseros migrantes que se atreven a irrumpir por la fuerza a través de nuestra frontera sur.
       En el fondo es la inseguridad, el temor, el miedo irracional que experimentan en su esfera individual, lo que motiva a que miles de mexicanos exijan negar la entrada a migrantes hondureños a nuestro país.
       El mundo actual es un gran contenedor lleno hasta el tope de miedo y desesperación por lo que muchos buscan desesperadamente una salida. Nuestra vida cotidiana está llena de temores miedo e inseguridad porque de manera constante competimos para sobrevivir, lo cual da como resultado una fragmentación de nuestras comunidades, una división social que tiene como punto de partida una ideología individualista socialmente insensible y que con el crecimiento de la inseguridad individual y social nos conduce a una sociedad fragmentada dividida, polarizada, desunida, donde cada cual lleva agua solo para su propio molino.
       A pesar de que el pueblo mexicano se unió el pasado primero de julio para derrotar al Prian y que con ello dio una gran lección de unidad y lucha al mundo entero, convirtiéndose en referencia obligada al hablar de cambios sociales a nivel internacional, hoy el pueblo mexicano muestra otra cara que contiene rasgos de xenofobia, racismo y rechazo a los excluidos.
       En este contexto de división social, de falta de unidad, de incertidumbre social, se recurre a la elección de un enemigo común para crear una nueva solidaridad. Este nuevo enemigo es aquel nutrido contingente de hondureños que vienen huyendo de la violencia, la pobreza y miseria de su país para buscar alternativas de mejor vida en suelos ajenos.
       Estos son los personajes, los “malos” de nuestra historia contemporánea que se atreven a amenazar nuestra seguridad, nuestra certeza, nuestra protección que disfrutamos todos los días.
       Pero, un momento, ¿realmente disfrutamos de seguridad en un país donde de manera frecuente se encuentran fosas clandestinas con miles de cuerpos enterrados?, ¿acaso tenemos certidumbre social en este país donde se registran miles de desapariciones cada año? ¿en verdad sentimos protección del gobierno mexicano que es señalado como el autor de varias matanzas de estudiantes, represor de maestros, de golpeador de ciudadanos y protector de delincuentes de cuello blanco?
       ¿Acaso no vivimos todavía una gran inseguridad (a meses del cambio de gobierno que sin duda AMLO nos dará mayor seguridad) en momentos en que la conducción de nuestro país se siente en forma similar a la sensación que experimentan los pasajeros de un avión cuando descubren que la cabina del piloto y la voz amigable del capitán es sólo una grabación?
       De acuerdo con Anthony Gibbens cuando señala que nuestros miedos, nuestra incertidumbre, nuestros temores son prefabricados, de tal forma que vivir en la incertidumbre es hoy una opción inevitable.
       Pero, hoy tenemos identificado al malo de nuestra película, al villano que nos genera temor, inseguridad e incertidumbre. Es esta masa de migrantes hondureños que nos facilitaron su identificación como villanos al intentar entrar por la fuerza en forma masiva en territorio mexicano.   Ellos son los culpables de nuestro malestar, de nuestras frustraciones, de nuestras privaciones cotidianas.
       Olvidemos que nuestra incertidumbre se origina en las políticas que los organismos financieros internacionales imponen a nuestros gobiernos locales, tanto el gobierno mexicano como el gobierno hondureño.
       Olvidemos que el Fondo Monetario Internacional aplica políticas en cada país que incluyen despidos, mayores tasas de interés y la encomiable mil veces “apertura de la economía a las inversiones internacionales”. La misión del FMI es la liberación del movimiento de los capitales sin importar que esto contribuya para desaparecer al Estado de bienestar social que protegía los intereses de la población y que hoy se limita a proteger los intereses del capital privado “para favorecer al mercado”.
       La mayoría de las instancias internacionales que se supone fueron construidas para promover el desarrollo económico y social internacional, se unen para cantar en coro las bondades del neoliberalismo contemporáneo, alabando el libre comercio y a las fuerzas del mercado libres, presentándolas como “el estado natural de la humanidad”.
       Ignoremos lo que dijo Pierre Bourdieu cuando definió a las teorías y prácticas liberales como “un programa destinado a destruir las estructuras colectivas capaces de resistirse a la lógica del mercado puro. (Bourdieu, Pierre, La esencia del neoliberalismo).
       No importa que los cambios en la economía resulten en dar más poder a quienes tienen el poder económico y político en nuestros países y que esto contribuya a aumentar la desigualdad social al empobrecer a las masas y condenarlas a salarios de hambre y miseria obligándolas a elegir entre sobrevivir en condiciones paupérrimas o emigrar a otros lados en busca de nuevas oportunidades.
       Ignoremos que, en nuestro propio país, México, existe también el problema de la emigración. No prestemos atención al hecho de que una inmensa mayoría de mexicanos tenemos un familiar, un conocido, un amigo, alguien cercano que emigró a Estados unidos en busca de las oportunidades de desarrollo que no encontró en su propio país.
       Pero dejemos de hablar en sentido figurado, hagamos a un lado el sarcasmo y digamos las cosas tal y como son.
       La primera víctima del neoliberalismo es la solidaridad, esta red de solidaridades grandes y pequeñas que ha servido como refugio y garantía de estabilidad social que ha permitido ejercer la libertad en todas sus expresiones. Las fuerzas del mercado disuelven los lazos de sociabilidad y reciprocidad, afecta profundamente los lazos sociales y pulveriza en las expresiones individualistas la dinámica social. En nuestros días todos los sectores de nuestra sociedad son transformados a imagen y semejanza del mercado, se nos privatiza en todos los sentidos.
       La consecuencia de todo esto es el crecimiento de una gran desigualdad social, la marginación de millones de personas que no pueden acceder al mercado. Son los pobres llamados “consumidores defectuosos”, son los desempleados, los marginados, los que no tiene dinero para consumir y llevar alimento a sus mesas.
       Las políticas de flexibilidad orientadas a favorecer al mercado generan una gran precarización social, empobrecen a grandes masas de la población que se limitan a ver como los políticos y funcionarios del gobierno se enriquecen desviando grandes cantidades de presupuesto gubernamental y ven con impotencia como los magistrados responsables de impartir justicia se venden y fallan a favor de los delincuentes de cuello blanco liberándolos de prisión. ¿Les suena familiar esta descripción?
       Quien genera nuestra incertidumbre es el mercado, este dios contemporáneo que para crecer necesita crear incertidumbre y dejar que todo fluya con las fuerzas del mercado, un día crecen, otro día bajan, al día siguiente desaparecen, etc.
       Si a esta incertidumbre social de no saber que se va a comer al siguiente día, se suma la angustia de no saber si se estará con vida al día siguiente por la violencia reinante en el medio social, ¿qué se puede esperar?
       Quienes hicieron posible que llegaran a nuestras fronteras mexicanas esta masa de migrantes hondureños han sido las fuerzas del mercado, esas mismas fuerzas que crean pobreza, miseria y hambre en nuestro propio país. Esas fuerzas que son impulsadas por los organismos financieros internacionales que actúan como una delincuencia organizada aliándose con políticos corruptos, directivos de grandes corporaciones transnacionales, dueños de medios masivos de difusión, legisladores de partidos políticos para crear una nueva clase internacional que está tomando el poder en todo el mundo alimentadas por todo el mundo. Es la denuncia que hace Peter McLaren en su texto “Desde las entrañas de la bestia”.
       Partiendo de la premisa que dice “los enemigos de mi enemigo, son mis amigos”, debemos ver a los migrantes hondureños como hermanos del mismo dolor y sufrimiento. Son tan víctimas como nosotros, bueno, más víctimas que nosotros que tenemos un futuro prometedor con Morena y Andrés Manuel López Obrador a punto de ocupar la presidencia de la república mexicana.
       Reconozcamos las verdaderas fuentes de nuestros temores e inseguridades, identifiquemos las causas de nuestra incertidumbre y angustia. Es el capital privado, son las fuerzas del mercado, son los políticos corruptos, son las políticas impuestas por organismos financieros internacionales. La multitud de hondureños no es la amenaza, la real amenaza es que ellos sean la primer oleada masiva que nos llega y que probablemente el dia de mañana vendrán otras oleadas más grandes de multitudes que viene huyendo de las políticas que en México, afortunadamente, detuvimos parcialmente al arrojar al basurero de la historia a los ladrones del Prian.
       Preparémonos no sólo para recibir solidariamente a quienes pretenden cruzar nuestro país para llegar al país del norte. Ayudemos al migrante que sufre de nuestro mismo dolor mostrándole nuestro lado generoso y aplicando la ley en lugar del garrote y los gases. Permitamos que de manera civilizada ingresen a nuestro país, no son ellos nuestros enemigos.
       Preparémonos para luchar contra el verdadero enemigo, el capital, personificado en la figura de quien hoy todavía ocupa la silla presidencial. Exijamos a Peña Nieto que pague todos los daños que nos ha hecho a los mexicanos. No permitamos que huya sin castigo. Evitemos que sigan saqueando el país y haciendo el negocio de sus vidas con nuevos aeropuertos que no son necesarios y que significan más muerte y destrucción, además de un verdadero ecocidio.
       Nuestro compromiso social es apoyar al nuevo gobierno en todas aquellas acciones de beneficio social y exigirle cuando no cumpla las expectativas que ha generado su ascensión al poder. Pero mientras tanto, cerremos filas recuperando nuestra tradicional solidaridad con el migrante que cruza nuestro suelo.
      
      

lunes, 25 de octubre de 2010

Prueba

Introducción:

         Cuando inicié la redacción de este trabajo el titulo original era ¿Qué es y en que consiste la intervención psicosocial? Por situaciones que no viene al caso mencionar, el registro del mismo aparece tal como se encuentra líneas arriba. En un principio pensé en debatir y solicitar el cambio de titulo, pero después de un momento de reflexión, llegué a la conclusión de que este cambio representaba la oportunidad de ampliar el alcance original de este trabajo y generar las condiciones para abrir un debate para discutir la pertinencia de mantener una separación entre una psicología individual y una psicología social. Al respecto me parece importante recordar lo que planteó Sigmund Freud en el Malestar en la Cultura hace mas de 100 años “la psicología individual, es desde un principio y hasta el final psicología social”. Esta temprana aseveración del carácter social del ser humano se ha corroborado con el desarrollo de las ciencias sociales en general, y de la  psicología en particular.

         En consecuencia, si el tema a desarrollar es el de la intervención psicológica, abordaré el mismo retomando los niveles de análisis que son utilizados con más frecuencia en el ámbito de la Psicología social, esto es:
Individuo – grupo – organización – institución --- comunidad






Bienvenidos a mi blog

Usted podra encontrar informacion acerca de las funciones del psicologo en su intervencion con grupos, organizaciones, instituciones y comunidades